domingo, 12 de octubre de 2014

Lo que vence y lo que convence

Monumento a don Miguel de Unamuno en la calle Bordadores de Salamanca.Obra de Pablo Serrano iniciada en 1966 y ubicada en 1968.
                         
"Dije que no quería hablar porque me conozco, pero me han tirado de la lengua y debo hacerlo"


Inicio de la intervención de Miguel de Unamuno

Paraninfo de La Universidad de Salamanca
12 de octubre de 1936.



Fue un doce de octubre, bien se sabe.

Era 1936 , y aquel día llegaba bautizado con el agua de la metralla con el nombre de "Día de la Raza". 

Era un tiempo demediado en el que había dos razas: la de los Hunos y la de los "Hotros".

Se reunían en Salamanca, en su Universidad, aquella que tan duro lo prestaba y que sin embargo presta se anduvo para dejar su sala de alto dosel. Oh, natura de los tiempos.

Allí fueron con gran alborozo a festejar el día de su raza, que digo yo que sería la hispánica, pues no quiero aventurar que alguno festejara su ibérica cojeada.

Y allá estaba don Miguel, que ya había girado sus 5.000 pesetas para la causa levantisca. Estaba como Rector, claro, un título que tenía a punto de nieve de lo batido de sus idas y sus vueltas. Pero también en representación del caudillo ausente, pues ya se sabe: las cosas del guerrear tienen sus servidumbres. Aunque, cuando se anda de cruzada, hay que tener su tacto, su pompa y su circunstancia, y esto bien se lo sabía Franco, así que allá mandó a su Carmen; la de la polar sonrisa. 

Lo que allí luego pasó, no se olvida.

Unamuno, tan sedente en aquella capilla de centenaria inteligencia , se lo traía sabido desde muy atrás, pues había dicho: "Yo no estoy ni a la derecha ni a la izquierda (...) Cuando todo pase seguro que yo, como siempre, me enfrentaré a los vencedores". Y allí se metió a batallar, a contra corriente otra vez, cuando apenas aquella molicie bipartita  y visceral acababa de empezar y nadie fiaba todavía un vencedor. 

Don Miguel de Unamuno en la tribuna del Paraninfo de la Universidad de Salamanca, junto a Carmen Polo,el obispo de la ciudad Enrique Plá i Deniel, y el ibérico general Millán-Astray. 12 de octubre de 1936.
A los héroes del cómic les salvan sus coloreados trajes, y en aquel apuro en que su insobornable pensamiento le metía a bote pronto, dicen que fueron los poderes del vestido negro España de la Polo la que le remedió el día al desvalido docto.

Ah,don Miguel, qué raza de hombre; un Sócrates que a menudo se bebía la cicuta de sus palabras, un Nietzsche llano, suculento y propio como las patatas meneadas.

Unamuno nos sigue pensando desde sus libros, y acaso desde el bronce de su estatua.

Yo no sé que pensaría de estos tiempos nuestros en que pupulan tantas razas por el día patrio: la raza de los políticos sobreCogedores, pues si no cogían ellos los sobres los apañaban otros; la raza de los banqueros que asaltan las entidades sin embozarse siquiera y a golpe de tarjeta; la raza de los nacionalistas que quieren acotar su zona para esquilar mejor en su rancho; esa raza sindical vendimiadora de agostos; la otra raza empresarial de cursos laborales tan bien cursados por lo poco corriente de sus cuentas; esa raza, en fin, del global poder que usa más la tijera que la aguja para remendar los parqués de las bolsas de Alí Babá...

Y no sé cuántas razas más de las que hay en el escombroso paraninfo nuestro. Son un virus, dicen muchos, y no se refieren al ébola. 

Ay, siempre los unos y los mismos.

Sí, don Miguel, de nuevo 12 de octubre, nuestro día nacional y de santa hispanidad. No sabe usted lo vencido que en estos tiempos se va sintiendo el personal, y lo poco convencidos que nos deja nada ni nadie.

Pero todavía nos convencen los que saben rectificar en actos nobles como aquel, y la ingrávida victoria de todo pensamiento oportuno  y valiente.
La fotografía más conocida de aquel acto, pero al contrario de lo que se cree, Unamuno  no sale aquí  de la Universidad de Salamanca después del altercado sucedido, como así hubo de ser: Increpado, insultado, amenazado... Los investigadores nos indican que es el momento en que él y el obispo reciben al general Millá-Astray a su llegada a la universidad- 12 de octubre de 1936.
Aunque yo no sé, don Miguel qué pensaría usted, que gustaba de navegar siempre a contracorriente, que de todo su obrar y cavilar, lo que más le recordemos sea esto.

Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes




2 comentarios:

  1. Se ha discutido mucho sobre la fotografía de Unamuno a la puerta de la Universidad, pero todo parece indicar que no fue tomada a la salida (esto es, después del incidente), sino en los prolegómenos del acto. El Rector, acompañado del Obispo Pla y Deniel, parecen recibir a la puerta de su coche a Millán Astray. No parece que fuera Carmen Polo a quien estuvieran saludando, dado que la Sr.ª del General Franco vivía a pocos metros del lugar donde se tomó la foto (en el Palacio Episcopal, durante el tiempo que el Gobierno estuvo en Salamanca). Adviértase que no se ve en la fotografía más agitación que el saludo fascista a quien se disponía a salir del vehículo. No parece, desde luego, que estuvieran hostigando a Unamuno, y todo apunta a que D. Miguel salió tras el incidente protegido por la propia Carmen Polo, víctima de los muchos que lo increpaban e, incluso, amenazaban.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, lector anónimo, por tu interesante comentario sobre la fotografía. Sí, ya conocía la idea de que la foto se tomó al inicio del acto, y no al final, como bien dices parece indicar. Además, dicen que Unamuno salió protegido por Carmen Polo...Sea como sea, aquel día el Rector corrió peligro...Un afectuoso saludo, amable amigo.

    ResponderEliminar