martes, 1 de julio de 2014

El efecto Wellington

En primer término el monumento a la Victoria en el Arapil Grande.
En el medio el Arapil Chico, y al fondo la ciudad de Salamanca.
Municipio de Arapiles, Salamannca.
Fotografía propia, julio de 2012.
El "Teso de San Miguel " se levanta junto al municipio de Arapiles, muy próximo a Salamanca. A veces cojo mi bici y subo hasta él para hacer lo que el general Wellington hizo en la mañana del 22 de julio de 1812: masticar pensamientos y observar el movimiento de las dificultades que nos salen al paso, para ver por dónde las puedo vencer.

La historia que nos ha llegado cuenta que el excelso general inglés almorzaba en la tienda que le servía de puesto de mando en este teso. Ante su mirada se libraba una de las batallas decisivas de nuestra Guerra de La Independencia y que él mismo, como sus compatriotas, tal vez llamara la Guerra Peninsular.

Este teso está justo en medio entre el cerro llamado Arapil Grande que era el terreno del ejército Francés del Napoleón que nos trajo hasta acá su "Malaparte" pendenciera y arrogante, y el Arapil Chicho, sobre el cuál las baterías del ejercito internacional de ingleses, portugueses, españoles y demás naciones, les devolvían las bombas que les tiraban como en un endemoniado partido de tenis.

Entre estas dos alturas, la gran llanura que cabalgaba la caballería  de Julián Sánchez "El Charro", y los miles de soldaditos de plomo con casacas azules, rojas, verdes... que avanzaban por los trigales en busca de más plomo para sus cuerpos...

La batalla duraba ya mucho, y cuando almorzaba el gran general, pensaba en retirarse a Salamanca, pues era de la opinión de que en el campo de la muerte estaba todo el pescado vendido por ese día.

En esto, el insigne inglés toma sus gemelos de guerrear y ve que una división francesa se desliga imprudentemente del grueso de las tropas francesas. 

Respiraría de manera honda y satisfecha, masticaría el manjar que le habían servido: un lechón asado de Alba tal vez, o un poco de cordero lechal de Peñaranda quizás. Sorbería un poquito del vino de Los Arribes y acaso también de allá fuera el queso. Untaría el jugo de la carne con un trozo del buen pan de Castilla, y terminaría de observar lo que ocurría ante sus ojos y su regocijo sería como el frescor en su boca de  una fruta de la Sierra de Francia .

Entonces sería cuando le dijo a su ayudante, el general español Álava: "Mi querido amigo: Marmont está perdido".

Aquella batalla se ganó contra pronóstico, y resultó decisiva.

Hasta ese teso subo yo para ver las huestes de mis trabas, decía. Me siento y veo lo mismo que Wellington, pero ahora está todo en calma y en su sazón. Me siento y busco qué imprudencia pueden cometer mis impedimentos, esos que bombardean sin tregua mis proyectos, para ver por dónde les puedo meter la caballería audaz de mis ilusiones y derrotarlas.

Feliz mes de julio, amigos, que tengáis descanso y paz, pero si os llegan batallas, que tengáis la perspectiva correcta para ganarla, ya sabéis, como hizo una vez un  sagaz inglés.

Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes .


Vista desde el Teso de San MIguel del Arapil Grande.
Foto propia, domingo 29 de junio de 2014.