viernes, 27 de febrero de 2015

Crónica de a pie del Estado de la Nación


Esta semana se ha celebrado en nuestro Congreso de los Diputados el debate del EL ESTADO DE LA NACIÓN, en donde han intervenido todos los grupos con representación parlamentaria.

Y los que parlamentan mucho, pero todavía no tienen representación: también...

Ha sido un debate muy televisado, radiado, difundido a retales por internet, periodicado, tertuliado y comentado, como siempre, por las barras de nuestros bares, esos hemiciclos del chateo patrio.

Pero aquí os dejo la impresión de un hombre de a pie, de calle, como tú :

Ensayo de  procesión de la Cofradía de mi barrio , El Zurguén, Salamanca, España,
para la próxima Semana Santa.


El Estado de la Nación
El primero en hablar fue el Hermano Mayor. 

Es de flema gallega y le cuestan hasta los nonosílabos, pero leches, esta vez sí que se explayó. Empezó diciéndonos que sí, que la cosa estaba pesada, pero que era por la herencia del pasado. Que la carroza se la habían dado de mala tabla, vieja y carcomida, pero que él con unos recortes aquí y allá, nos la había dejado bien ligera, ¿o no?


Siguió con que había parado a los ingenieros alemanes que nos querían cambiar la madera patria por el aluminio comunitario, pero que no lo había permitido, pues la tradición: es la tradición. 

Y terminó diciendo que este año habría para cada día un bocata de jamón para todos, y hasta una cervecita, fíjate, aunque como dicen mis compañeros de fatigas, esto será porque hay elecciones en la cofradía.

Luego habló el hermano ese nuevo. el recién llegado, ya sabéis... 

Nos vino con su arenga escrita en un papel, y se le notaba que no sabe todavía llevar el paso de los tambores, así que no sabíamos si ir con él a ritmo de rumba, de salsa, de zapateado flamenco, o quedarnos quietos, y al Hermano Mayor le faltó poco para pegarle.

Por allí apareció también una pidiendo la paridad de costaleros, dos chicas en topless, y otros que sólo querían procesionar por su santa casa, y, en fin, más gentes de varia devoción cada una pidiendo para su parroquia.

Y mientras, la otra jugando en su consola pasando de la procesión, y unos muchos nos gritaban desde un solar próximo que cuando ellos entren en la Hermandad, la Semana Santa se va a acabar.

Y nosotros cargando con el paso del país, arrimando el hombro enrojecido a la cosa común, descalzos por necesidad más que por devoción, siempre al son que nos tocan los mercados. 

Y así todo todo el día, sin que nadie te salga a cantarte una buena saeta.

¿Sabéis qué os digo?... Que esto de ser costalero español es para desmayarse, sobre todo cuando veo mi nómina nazarena cada mes, así que dejarme que me siente,que tome un poco de aire fresco, si es que queda, y que alguien llame a un médico, que me siento desvanecer...

No sé cómo estará la Nación,la verdad, pero este menda va ya con los huesos molidos.

Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes

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