miércoles, 29 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
Parábola de los hombres araña
miércoles, 22 de octubre de 2014
El ajuar de la ciudad
Escena urbana en Salamanca, España, otoño de 2014. |
Sí, ayer vi de nuevo, en la hora pronta en que bajo al centro, al otoño iniciando en la pasarela arbórea de nuestro río su esplendorosa colección de colores para este año.
Así que saqué mi compacta de juguete, y clic, clac, como si no costara.
Y sin embargo, vengo ahora con un triste banco ciudadano de una plaza, sin palomas, sin ancianos; con el poco glamour de la caída de las hojas de un árbol de acera; con una retahíla de anodinos contenedores de basura con su servicial brillo concejil, tan neutros , eficaces, de tan soterrada urbanidad.
Éste es el ajuar que la ciudad propone en oferta nupcial a mis ojos.
Y me gusta este atavío de andar por casa, esta manera de recibirnos en bata y zapatillas que tienen las cosas de la urbe.
Por aquí cada día paso, también en sucesión grávida y nazarena: la misma plaza, la misma hora quieta en las campanas, el mismo silencio descreído del amanecer ciudadano.
El instante es doméstico, consabido, resignado.
Las cosas de la ciudad callan y aguardan, saben que el solitario oficinista volverá a pasar mañana, y que también traerá en su mirada las pirotécnias de la gracia, esas que tienen las cosas de cualquier otro lado.
Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes
domingo, 19 de octubre de 2014
La brecha del domingo
La mañana llega, y es domingo.
Levanta el párpado la hora y trae vocación de pluma de ganso, de apéndice angelical, de dulce ruptura de cristal.
El sueño rompe mullido, crujiente, recién horneado entre las sábanas; como tú entre mis labios, ignorada semanal, consabida compañera siempre, y hoy nave sideral.
Así fue el instante de los que pisaron la nueva tierra allende los mares, u otros astros allende los cielos. Así iza su bandera en el rojo lunar del calendario nuestro ánimo, y así proclama su homilía redentora el estaño de la luz.
Es momento de leves cónclaves en las prensas de los ojos, del alegre revolotear de las páginas de los periódicos, del ungido del óleo de la tinta, aunque sea virtual.
Es día de gastronómicos festejos: de espumas de cielos, emulsión de aires, bouquet de cotidianidad con cierto regusto en boca al tanino de la posibilidad, y de dar mucho nitrógeno líquido al torrezno laboral.
Nací en domingo, me dijeron, y el almanaque no lo desmiente.
He aprendido a aceptar lo que me quiere enseñar la edad: a recuperar los domingos de la niñez sobre los juveniles funerales del sábado.
Ahora queiren volver los dominicales de las abuelas, allá en La Alberca o en Abusejo, con sus bautismos de estropajo y jabón lagarto,la aplicada derrota de la roña semanal,la ropa con olor a membrillo y mano de madre,las confidencias remotas de la colonia, las inspiradas geometrías de los peines en las niñas, unos cinco duros de una paga que era un Potosí, unas pipas, la sagrada sábana del cinema en el salón parroquial.
Es domingo,sí. Levanta, amigo, que hoy toca remuda en el alma.
Publicado en el periódico digital
Salamanca rtv al Día,
10 de mayo de 2015
Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes
domingo, 12 de octubre de 2014
Lo que vence y lo que convence
miércoles, 1 de octubre de 2014
Al sol tierno de San Miguel
Justo, a sus 101 años en la Plaza Mayor de Salamanca, el 29 de septiembre de 2014, día de San Miguel. |
Ayer coincidí con Justo.
A Justo ya lo conocéis de nuestro primer encuentro del que cuento en esta bitácora, en "La perspectiva de la edad", de cuando su edad era esférica como un siglo.
Entonces le hice una pregunta, que de eso iba la crónica.
Ayer, caminando hacia sus 103 años, le acompañé por el redondeo de los minutos en nuestra Plaza Mayor. Hicimos juntos unas vueltas en el sentido de las agujas del reloj por la ancha explanada de granito. "Es la costumbre de los hombres ", me iba diciendo el noble anciano en nuestra marcha. Las mujeres, continuó, también andaban por aquí a redondear el rato, pero ellas zurcían sus vueltas sobre el solado en el sentido contrario al nuestro.
Supe que siempre había un punto en el que los recorridos unían a los géneros, en que las circunferencias de los distintos pasos coincidían y el instante les alineaba. Era entonces cuando mujeres y varones volcaban sus ojos en el objeto de su elección y que el momento , y las miradas enzarzadas brillaban, soltaban destellos de suave combate por el aire plateresco, y se traspasaban y unían como por ensalmo; como los aros metálicos de los magos.
Oh, maravillas del deseo, imanes de lo afín, birlibirloques del amor.
Yo advertía en nuestra ronda por el solado, que siempre que pasábamos por la fachada del ayuntamiento, a Justo se le enzarzaba la mirada en la blanca pupila del reloj municipal, y que en ese instante me suspendía su plática.
La vida, qué cosa no tendrá para seducirnos con sus vueltas también, para apresarnos al escuchar el tic-tac de la dádiva de sus dones.
Y luego seguíamos con nuestro paso concéntrico, como tantos otros. Todos en el mismo sentido, con ritmo medido, cauto; como si en realidad removiéramos la masa de la hora para que no se nos cuajara este tiempo de otoño primerizo, ni se nos cortase el tierno sol de San Miguel.
Ángel de Arriba Sánchez
El Escribidor del Tormes.
Otro día, otras vueltas con Justo:
Con Justo, gran paseador de la Plaza Mayor. |
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